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jueves, 23 de julio de 2015

"Nunca me di Cuenta"




María:  Es una mujer alegre y extrovertida. Esta casada y tiene cuatro hijos. Hace clases en un colegio privado del barrio alto de Santiago...Relata como vivió la adicción de Tomás, su hijo mayor. Parece increible el sólo recordar como pude sufrir tanto durante esos años por la adicción de mi hijo, tratar de poner fin a este padecimiento, como un modo real de ayudarlo...El problema es que resulta terriblemente difícil darse cuenta de que uno está tanto o más enfermo que el adicto. 

Como él venía con un problema de "trastorno de aprendizaje", yo vivía justificándolo. Cuando hasta los amigos me decían que Tomás bebía demasiado  alcohol, hablé con el segundo de mis hijos y me aseguró que no era verdad....Pero cuando por las noches me despertaba sobresaltada por el ruido de una ambulancia, y me iba al dormitorio de Tomás y aún no había llegado,  en el fondo de mi corazón sabía que "estabamos al borde de un abismo".........


Todo contribuye a  que nos neguemos a admitir que nuestro hijo, nuestro esposo, cualquier persona muy querida y cercana, con quien convivamos y compartamos genes y raíces, pueda llegar a desarrollar conductas odiosas, vergonzosas, incluso aberrantes...Nos llenamos de sentimientos negativos y terriblemente dolorosos; culpa, verguenza, miedo, rabia, angustia, impotencia y desesperanza..Estos terribles sentimientos son parte una enfermedad llamada "codependencia". Ella nos lleva a ser verdaderos "cómplices" de la destrucción de la vida  de nuestro familiar adicto. Con nuestro silencio, con la aceptación resignada de sus desastrosas conductas, con nuestro afán sobreprotector de salvarlo de continuos problemas (cada vez mayores y dramáticos por lo demás), creyendo honestamente que no tenemos otra forma de ayudarlo, en realidad sólo contribuimos a que su enfermedad se prolongue en el tiempo con las terribles consecuencias que esto pueda conllevar: la muerte, la destrucción de un hogar, la pérdida total de todo lo bueno y gratificante que puede ser la vida de una persona y de una familia.


Pedro, marido de Carolina: Cuando me percaté de que mi mujer consumía drogas, sentí lástima por ella y por mis hijos, incertidumbre por el futuro. Mucho temor. A ratos pensaba que vendrían los carabineros a hacernos una redada y que encontrarían drogas en nuestra casa, pensaba en nuestros hijos, todavía guaguas...Cuánta angustia acumulé, en noches enteras sin dormir, esperando que ella llegara.... Al principio sentía mucha pena, luego mucha rabia hacia ella........





Margarita, mamá de Carolina: Yo primero sentía mucha rabia contra mi hija. ¿ Cómo no se va a poder controlar ?, me preguntaba una y otra vez. Ella por su parte siempre decía que ésto era pasajero y que  lo podía controlar.....Yo le creía. También cuando se hablaba de un posible tratamiento, saltaba gritando y llorando que no era necesario y daba una y otra explicación..

Entonces como que uno  se convencía, hasta la próxima vez que la sorprendieran consumiendo.... Y nuevamente me invadía la angustia, el temor y la incertidumbre por ver que rumbo tomaba....Pasé  por momentos terribles, tomaba el teléfono y llamaba a todos los números del fonodrogas, conversaba largamente con la telefonista porque no sabía que hacer, como abordar el problema....

Muchas veces ella se desaparecía. Mi yerno me advertía: "Nuevamente Lucía no está y no puedo salir a buscarla, estoy con los niños...Entonces yo recurría a mi hijo. Él recorría toda la ciudad, me llamaba y me decía: "Nada no encuentro a mi hermana ".......

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